domingo, 17 de junio de 2012

De hoy y ayer.

Se ríe y pinta. Siempre apaga el fuego cuando el agua ya está hervida. Toma un mate (frío). Se ríe y canta (gritando). Toma helado de limón. Baila sin música y escucha los aplausos de fondo. Va al kiosko en pantuflas. Da hermosos abrazos. Se ríe y canta (gritando, otra vez) el mismo tema de Fito. Le brillan los ojos y mira un punto fijo. Le tiene miedo a los payasos. Se duerme y no se da cuenta. No puede parar de pensar ni un segundo. Se ríe y desaparece todo lo demás. Tiene un ojo más chico que el otro. Sonríe para un solo lado. No sabe batir bien el café. Es difícil decirle que no (o que acepte un no como respuesta). Se pone una media de cada color. Se ríe a carcajadas esté donde esté. Se pone nervioso muy fácil. Me regala un alfajor. Habla con la kioskera sobre caballerosidad. Le pone muchos aderezos al pancho. No sabe disimular situaciones. Con el frío se vuelve más inestable. Mira el cielo y se pierde. Habla hasta por los codos. Camina con un ritmo distinto. Se enoja rápido. No puede dejar quietas las manos mientras habla. Y si está muy concentrado mira un punto fijo y no escucha otra cosa. Tiene una mirada infinita, transparente. Es muy inquieto. Se encuentra personajes en cada esquina. Se hace amigo de esos personajes. Tiene una uña morada (estoy segura de que se le va a caer). Juega con un pasto en la boca. Viene caminando con una rama en la mano. Me tira pasto en la cabeza. Me vuela la cabeza. Habla de las nubes y se pierde otra vez. Habla del Sol, la Luna y las estrellas, y parece que no estuviese sobre la Tierra. Se ríe y sigue volando. Se hace amigo de los perros (aunque algunos le pasen malas jugadas). Es muy peleador. Toma una yerba horrible. Solía tener un rulito muy gracioso. Cuando tiene miedo abraza más fuerte que de costumbre. No le gusta Plaza Rocha. Le gusta viajar y le sale muy bien. Hizo una torta con muchos chocolates (que nunca probé). Se ríe y tiene algo que me hace sentir diferente. Se acerca y lo encuentro. Se queja de que no como galletitas. Llega tarde y dudo si va a venir. Nunca dice Hola Juli cuando llama por teléfono. Aparece en un bar y automáticamente el resto no tiene sentido. Ahora los perros lo muerden. Globos en una mano y caramelos en la otra. Pasa, se sienta, y lo pinto. Me habla y me llama muchísimo la atención.
Una simple confirmación.
Y antes...seguramente se reía, y yo sonreía imaginando tener algún día esa mirada, ese abrazo, ese payaso que agiganta el alma, eso que no se puede explicar y de repente te hace sentir de otro planeta. Antes, probablemente, nos estábamos inventando.

viernes, 8 de junio de 2012

Instrucción de vuelo -

Ese segundo previo al desahogo que hace que todo se paralice, que no exista nada más que el suelo y el cielo (y vos). Hay un momento en el que la mente se pone en blanco y no pensás..sólo sentís. Existe un instante mágico, con una energía única, que sólo se hace presente cuando todo está en silencio, cuando se espera por los primeros acordes que van a sonar en el suelo, en el cielo y en vos. Cuando sentís las vibraciones por debajo de tu cuerpo, es cuando ya no hay manera de explicar lo que se siente; se transforma todo lo que te pasó en la semana y todo lo que tenés que hacer para la próxima, en un mismo compás, que abre los ojos y te muestra que no estás solo. No estás solo porque hay otras energías en frente tuyo, mirándote y recibiendo  todo de vos, observando tu alma desnuda que no hace más que brindarse a quienes quieran abrazarla; no estás solo, porque ahora tenés a los que te acompañan con una sonrisa y los dientes apretados, rezando para que todo salga bien, porque conocen tu esfuerzo, saben que tu compromiso y disfrute fue la causa (durante toda tu vida) de no estar presente en millones de eventos, de cambiar los mates por horas de desgaste físico y ensanchamiento del corazón, de llegadas tarde y quejas por el cuerpo que empieza a reclamar. Y una vez más te digo, que no estás solo porque estás con vos, porque es uno de los pocos momentos en los que tu compañía es lo único que necesitás y lográs conectarte, despejarte, descargarte y despertarte; no estás solo, porque desde el momento en el que esas primeras notas vuelan por dentro tuyo, hasta ese segundo de silencio que se hace entre el último sonido y el primer aplauso, todo lo que sos y siempre soñaste ser sale a pasear, y a mostrarte (y mostrarle a los demás) que tu danza te sigue salvando, que seguís encontrando el espacio en donde el alma y el cuerpo realmente son uno, el espacio en donde la mente se queda de espectador, el espacio para el que naciste y en el que, sabés, vas a pasar el resto de tu vuelo.
Existe un momento sin tiempo, en el que todo se paraliza y sólo existe el suelo, el cielo y vos.