martes, 27 de julio de 2010

28 de julio de 2010 (ahora)

Permitanme presentarme, soy el tiempo que se vive, el segundero que no atrasa, el latido que no descansa; soy la única manera de llegar, el camino que sí o sí debés transitar, el obstáculo que vas a saltar si querés mejorar. Permitanme saludarlos, soy el Presente.
Si de tiempos se trata, no hay duda de que soy el más importante, y no es la soberbia quien toma la pluma, sino la experiencia: en mí se toman las decisiones, en mí pesan los errores de ayer y las incertidumbres de mañana..en el pasado estoy presente, y en el futuro también. Siendo imprescindible todavía no logro explicarme cómo es que me dejan para lo último, por qué no piensan en mí y se desvinculan de las predicciones, de lo acontecido; no importa cuánto hayan sufrido ni cuán felices los esté haciendo yo, siempre los extremos terminan por ser el blanco.
Desde mi humilde postura vine a decirles que la mejor manera de vivirme es disfrutándome, porque un presente feliz siempre es una sonrisa en el pasado, siempre es un buen comienzo del futuro; porque un presente liviano es otra puerta abierta a un alma eternamente liviana; porque un presente simple, es un futuro perfecto.

jueves, 15 de julio de 2010

19 de julio de 2010 (a-desventuras)

Estás sentado allá a lo lejos, esperando a que me acerque y te deje entrar una vez más; estás mirándome de reojo, como quien pretende dar lástima para no aguantar los reproches. Y yo te veo desde acá, desde un ángulo que no te favorece en lo más mínimo: las manos gastadas de tanto escalar una y otra vez esa montaña que te deja en stand by, la sonrisa a un lado esperando el momento adecuado para volver (desde hace tiempo), los ojos sin mirada, la mirada sin alma, y el alma sin vos.
Pero resulta que desde otro lugar, el panorama cambia por completo, y se te puede ver reluciente, sin estrenar, lleno de vida y esperando con ansias el momento en que alguien decida darte una oportunidad de brillar, de brindarte.

Corazón, es tan dificil no reprocharte cada caída, ya habíamos hablado sobre el tema de la montaña, el acuerdo era esperar a que ella nos escale a nosotros; se hace tan complicado verte sonreir sabiendo que podemos terminar igual que ayer, que hace dos años, que hace tres vidas; quiero que me entiendas, porque no es fácil verte vacío, sentirte sin vos, sentirme sin mí.
Corazón, me da tanto miedo verte nuevo y desgastado, sentir tu brillo entre tanta mentira, entre tanto engaño, entre tanta vulgaridad..

Te veo allá sentado a lo lejos, acá adentro mío, pidiéndome otra oportunidad; y claramente te la voy a dar, sólo porque sigo confiando en vos y sigo confiando en mi espíritu aventurero a la hora de sufrir, o en mi poca experiencia cuando se trata de ser feliz..

martes, 6 de julio de 2010

7 de julio del 2010 (el hombre)

Es la costumbre del animal costumbrista más grande de todos los tiempos: acostumbrarse; a respirar, a las cosas malas, a las buenas, a las caídas y empujones, a andar con la frente marchita y los brazos vencidos; a la rutina diaria, a las sonrisas forzadas, a los suspiros vencidos y el abrazo herido. Estamos acostumbrados al acostumbramiento, a no pensar ni sentir, a no asimilar los sucesos, a agachar la cabeza y seguir caminando. Logramos acostumbrarnos al fracaso, y hasta a la felicidad como recompensa de un esfuerzo particular, sin siquiera pensar en lo ilógico que es andar con una vida de la mano a la que creemos nuestra, pero a la que no la dejamos ser de tantos chips sin sentido que le guardamos.
Vemos gente durmiendo en un banco de plaza, caras tristes por doquier, personas apuradas que no ven por dónde andan porque sólo les interesa llegar a tiempo..cueste lo que cueste; vemos todos los días cómo nuestros pares desaparecen, cómo los reclamamos año tras año..y sin embargo, ya no nos espanta nada de esto: estamos acostumbrados a verlo, a oírlo, a asimilarlo. Nos acostumbramos a un mundo en el que nos escriben el presente y no nos dejan ni siquiera pensar en el futuro, en el que sólo nos queda mirar para atrás y releer lo que vivimos sin darnos cuenta.


Nos acostumbramos a acostumbrarnos, pero ya es tiempo del cambio: sentir y pensar todos los días como si fuese la primera y última vez, tomar cada derrota como una nueva oportunidad de salir adelante de manera distinta a la anterior, y vivir cada alegría como si nunca nos hubiese pasado; porque se terminó la era del costumbrismo, porque a partir de ahora debemos elegir vivir nuestra vida.