Hoy me pasó algo realmente extraño, un tanto ridículo y otro poco preocupante.
Hoy caminé y al mismo tiempo volé un poco más lejos y más rápido que mi sombra.
Hoy conté las baldozas que me separaban del destino, y esquivé las flojas (por primera vez).
Hoy tenía en la mano una margarita que corté de algún jardín sin dueño.
Hoy hablé con quienes siguen sin entender, en el mismo idioma de siempre.
Hoy miré fijo a un desconocido, con una sonrisa que lo contagió sin saber el motivo.
Hoy viajé como todos los días en un colectivo repleto de almas cansadas, y también con la mía.
Hoy te crucé y no te reconocí, me miraste y no te animaste a reconocerme.
Hoy me pasó algo realmente extraño, un tanto ridículo y otro poco preocupante.
Un tanto ridículo darme cuenta de la simplicidad de la cotidaneidad, de su encanto y su manera de manifestarse; algo preocupante que siga prestandole atención a casos perdidos, a situaciones irremediables. Es ridículo y preocupante que mi Hoy haya sido tan simple y complicado.
Hoy me pasó algo realmente extraño
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