jueves, 15 de julio de 2010

19 de julio de 2010 (a-desventuras)

Estás sentado allá a lo lejos, esperando a que me acerque y te deje entrar una vez más; estás mirándome de reojo, como quien pretende dar lástima para no aguantar los reproches. Y yo te veo desde acá, desde un ángulo que no te favorece en lo más mínimo: las manos gastadas de tanto escalar una y otra vez esa montaña que te deja en stand by, la sonrisa a un lado esperando el momento adecuado para volver (desde hace tiempo), los ojos sin mirada, la mirada sin alma, y el alma sin vos.
Pero resulta que desde otro lugar, el panorama cambia por completo, y se te puede ver reluciente, sin estrenar, lleno de vida y esperando con ansias el momento en que alguien decida darte una oportunidad de brillar, de brindarte.

Corazón, es tan dificil no reprocharte cada caída, ya habíamos hablado sobre el tema de la montaña, el acuerdo era esperar a que ella nos escale a nosotros; se hace tan complicado verte sonreir sabiendo que podemos terminar igual que ayer, que hace dos años, que hace tres vidas; quiero que me entiendas, porque no es fácil verte vacío, sentirte sin vos, sentirme sin mí.
Corazón, me da tanto miedo verte nuevo y desgastado, sentir tu brillo entre tanta mentira, entre tanto engaño, entre tanta vulgaridad..

Te veo allá sentado a lo lejos, acá adentro mío, pidiéndome otra oportunidad; y claramente te la voy a dar, sólo porque sigo confiando en vos y sigo confiando en mi espíritu aventurero a la hora de sufrir, o en mi poca experiencia cuando se trata de ser feliz..

1 comentario:

  1. "...y sigo confiando en mi espíritu aventurero a la hora de sufrir, o en mi poca experiencia cuando se trata de ser feliz..."


    Aventuras, experiencias... Felicidad, trizteza... Elecciones! Qué linda es la vida. Tanto que sería una pena no aprovecharla, no manotear cada cosa que nos intente dar, no vivir cada momento que nos proponga. El adjetivo de los momentos, lo elegimos nosotros con nuestros actos... Explorar y dejarse llevar, sin pensar... demás.



    "Duele la nostalgia inútil del tiempo perdido.
    Laberinto de relojes quietos, de agujas rotas, de horas muertas.
    Duele el tiempo perdido.
    Un lamento pendular repitiéndose miserable entre la ausencia y el olvido, hora tras hora, minuto tras minuto, segundo tras segundo.
    Pero ni siquiera todo ese dolor alcanza para matar ésta última certeza :
    Señores todavía es nuestro, el tiempo que nos queda."

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