Él va caminando con paso cansado, ni siquiera sabe qué está mirando; tiene en la cabeza tantos problemas como dolores, y una desilusión cuando le hablan de la vida. No se había puesto a pensar en los seis costosos años que le llevó recibirse, años que nada tienen que ver con su trabajo actual; nunca había notado lo poco que ve a sus padres, no recuerda la última vez que lloró, ni se dio cuenta en qué momento crecieron tanto sus hijos. Hoy, justo hoy, le tocó pensar...le tocó la realidad.
Quizás en el medio de la ciudad se siente acompañado por miles de personas con sus dolores, por miles de dolores con su cara; y así, caminando acompañado (pero solo), sigue mirando no sabe qué, sigue caminando por inercia y respirando por compromiso..
..pero al llegar a la esquina y levantar la mirada, su rostro se ilumina como quien se ve en la infancia, su paso se hace ligero y alegre, y sus ojos miran por primera vez un cielo que les pertenece.
Ella camina sobre el tiempo, y hace de su andar una danza; tiene sus dilemas, algún que otro pariente con el cual no se habla más, una mascota enferma, un trabajo que no la merece, y una suerte eternamente dormida..pero sabe que su realidad no opaca sus sueños, no mata sus esperanzas y no compite con su cielo..
..llega a la esquina y siente compartir su propio Sol con alguien más, siente ser el primer eslabón de una cadena que, puede, no termine más.
Dicen que una sonrisa puede cambiarte el día, detener el reloj, despejar las nubes y cambiar la música de fondo; dicen, los que saben apreciarla, que una sonrisa puede cambiarte la vida.
Quizás, a la vuelta de la esquina encuentres en una persona esa sonrisa que te llena de energías, la que instantáneamente aparece en tu rostro y en alguna otra esquina cambia la tarde de alguien más; quizás, a la vuelta de la esquina, aparezca otro eslabón de esta cadena de sonrisas.
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